miércoles, 2 de mayo de 2012

NO ERA UN ESPEJO

Asomado al puente de piedra
vi en las aguas reflejadas
cientos de rostros distintos al mío
y que llenaban allí muchos años
viendo como ojos curiosos buscan
conocer los misterios que se esconden
en el viejo cauce del río.

No era un espejo donde verse
sino una corriente cambiante
que va y viene buscando
un desenlace sin traumas
embelleciendo todo cuanto
a su paso encuentra
sin pedir nada a cambio.

Me llegaban por el aire
voces con acentos extraños
que declaman tragedias
de otros tiempos pasados
donde el teatro llenaba
de público el pétreo anfiteatro
que rodeaba el escenario.

Y mientras el río, sin inmutarse,
dejaba que las miradas,
que con él jugaban, se fuesen perdiendo
día tras día, año tras año,
siglo tras siglo, milenio tras milenio,
en ese tiempo que a todos nos vence.

JOSÉ LUIS RUBIO

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