martes, 29 de mayo de 2012

BREVERÍAS

2251


Tú, que contemplas el retrato abstracto
que a blandos rasgos perfilé en mis versos;
tú, que sigues las rutas de mi tacto,
mis anclajes, ya ingenuos ya perversos;

tú, que tal vez adivinar quisieras
qué resorte me mueve,
adéntrate en la cueva de mis fieras,
si tu piel y tu espíritu se atreve.

2252

No sé cómo podar tanto ramaje
que me circunda y por el que me pierdo,
adelgazar las líneas del recuerdo,
desmantelar su incómodo bagaje.

Quiero cortar, borrar, desbloquearme
de cuanto fue, cuanto juzgué genuino,
y abandonar de un golpe ese camino
en que ella decidió no acompañarme.

2253

Escucho aldabonazos a la puerta,
y atisbo, sin abrir, por la mirilla;
desolado, pretendo estar ausente,

dejándolos pasar. ¿Habrá una oferta
a nivel de fervor, no pesadilla?
Lo hasta ahora visto es tan intrascendente.

Ah, si viniera
quien ejerza de amante y compañera.

2254

¿Por qué, si el calendario
planifica el futuro,
me sorprendo mirando a lo pasado?

¿De qué me servirá hacer inventario
de hojas muertas, si así no recapturo
el espléndido otoño malogrado?

2255

Apareció de nuevo.
Ni mi primera fue, ni la más bella,
ni quien más hondamente me incitara.

Pero llegó como el primer renuevo
del almendro podado, como estrella
que a la noche estival se adelantara.

Y sonrió, como hace tantos años
bajo la luna clara y en temblores.
Y me habló de congojas y de amores,
y le hablé de arrebato y desengaños.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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