viernes, 25 de mayo de 2012

CINCO DE LA MAÑANA

¿Por qué no puedo levantarme a las cinco de la mañana y mirar como metralla y con ojos de huevos estrellados la vida de las cinco de la mañana?

Tengo sed del mundo y a las cinco de la mañana se vierte como azafrán en la mugre.

La vida con mayúsculas.

Cualquier milímetro de piel se mueve como el mayor espectáculo del mundo, como un circo del sol de entrepiernas.

No reir loco, a carcajadas, mientras los agujeros de la pared supuran órganos olvidados.

Hiede a piedras tiradas en terraplenes y mansiones.

Las cinco de la mañana escuecen como escuece todo. A veces.

A veces como metralla en los ojos.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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