Ni siquiera los ángeles del cielo
arrebatar podrán los versos que en clausura imprimo
para sus alas de libertad
que el destino en su fatalidad dio a su vuelo
en la noche oscura de cualquier día
sin presagios y sí con huellas profundas.
Estas huellas creí nunca saldrían de mi aposento
¡oh! solo he quedado con su amor y el mío
escuchando sus pisadas alejarse
como las sombras que se esfuman
en las mismas neblinas
amadas y discretas
miradas puestas al vacío.
Ya no siente ella, ni escucha, ni llora o ríe
como si amar fuera un crimen de coraje,
y en su camino borró las señales
y no te encontraba, no te encontraba.
Ahora los besos se perderán en las tardes
donde la esperanza no exhorta, ni alienta,
es como un rictus doliente
en este piadoso refugio mío.
Jorge Mariano Camacho Sarmiento -Colombia-
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