Que placer es amarte Jesús mío, que libera mi alma de miseria,
que placer de escucharte amigo mío, que conduce mi alma sin histeria.
Que placer es seguirte Jesús mío, que libera mi vida del hastío, que me colma del saber y de tu historia,
que conduce mi vida hacia la gloria.
Que placer al amarte, Jesús mío,
que placer de tenerte en mi vida,
que placer de ganar el desafío,
que placer, en la plenitud de mi vida, Jesús mío.
Hortencia Aguilar Herrera.
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