Iba a ser un quinqui de descampado
y el dueño del Lejío y de la Estercolera.
La noche era mi aliada
y las huellas de cristales rotos
en mis manos
mi estandarte.
Fui aire en las venas
y un esqueleto entre ramas secas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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