Ojos claros serenos,
que a menudo asomáis a la pantalla.
Ved que mi boca calla.
Y nada os digo, nada,
pues inútil sería si os confieso
que hierve en mí tal beso,
que callo en rebelión malhumorada
-muy mal disimulada-.
Ojos claros, serenos,
que veros sea mi contento, al menos.
Del libro LOS ESPEJOS PREFERIDOS de
Juan Mena -San Fernando (Cádiz)-
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