Ensamblaré los colores de la furia literaria que me acosan.
Me incorporaré del escritorio, quitándome las historias que me traen los acopiados libros que leo y dejo descansar en la mesa auxiliar, entre diccionarios bilingües, trilingües, que yacen en un descanso necesario.
Intento, bajar la música.
Tal vez Vivaldi.
Azoté la variedad de amarillos, ocres y oro, entre pinceles, óleos franceses, ingleses.
Es tan cálido sentirse acompañada, por el singular lugar, que formo cada vez que cruzo la casona para ir a tomar un jugo de frutas y observar el parque cambiado por este invierno que recién comienza, con frío, heladas.
Hay lugar es específicos para cada tarea, donde puedo recrearme usando lápices que por sus diferentes orígenes, se pelean por un breve relato.
Cruzo el atril cansando.
Estiro mis pies en el futon recién llegado de otro continente.
Descanso apenas unos minutos.
Para darle la espalda a las telas enfiladas que respetan sus medidas.
He decidido entregarme a los brazos de Morfeo.
¡Y lucharé como una guerrera!, hasta llegar a él.
Es el imperio de la soledad.
Elba Alicia Junco -Argentina-
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