Endiosados señores de las llamas
que miro en los periódicos de siempre
vestidos de corbata y antifaces
y con buenos zapatos que retratan.
Brillan en lo profundo del espejo,
brillan, pero su rostro está apagado,
su boca cambia el orden de los átomos
y todo va a lo oscuro siendo noche.
No son amigos de la vida que anda
entre los niños, entre las mujeres,
entre poetas y caballos blancos.
Son invidentes más que las sorpresas
buscando la palabra en el abismo,
la palabra que nunca han de encontrar.
Ángel Manuel Castrellón Parra -México-
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