sin importar cuán rápido o lento sea su paso
o la distancia de un pie al otro
la tarde siempre sucumbe a la misma hora
en ese imperceptible instante
en el que el ocaso nos corta el aliento
este será el principio y a la postre su final
el color diluyéndose a escala de grises
mientras todo desaparece ante nuestros ojos
a velocidad de vértigo
ingrávidos
esféricos
a nosotros también nos toca reposar la cabeza
guardar silencio sentados en un tren
y adentrarnos en los nervios de la noche
sin detener su marcha
dejarlo todo atrás
hasta prolongar esa rosada barrera de sonido
su flujo cósmico atravesando
los límites de esta ciudad
cada una de sus geografías esenciales
más allá de las esquinas
de los campanarios
de los ríos el asfalto
más allá de los edificios y sus estrellas caídas
el este y el oeste
tú las constelaciones yo la noche
Del libro Berliner Nächte de Reinhard Huaman Mori -Perú-
Publicado en Peiódico de poesía
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