Me gusta la gente que siempre acuerde o por lo menos lo intente,
y el desacuerdo se celebre.
Quiero creerte por ser congruente,
en lo que a mi concierne,
esperar si te conviertes.
Hay quienes esta obra detienen,
más cuando te detecten,
será demasiado tarde
Amo las mujeres siempre calientes que golfeen,
las que derriten la nieve,
hacen que despiertes,
desmiembres,
desflemes,
y descremes.
Nos atraviesan con su florete,
dejamos que nos enyerben con fluideces,
que nos infesten con idees,
que incineren el hinciense,
mejor si hicieren algo hiriente.
Aléjate si crujieres,
sin dobleces;
dispense si se ofende,
sin esperar que te descuelgues,
esto es sólo para valientes
que nunca flojeen y siempre engruecen,
y enfrenten de frente.
Somos rehenes que nunca envejecen,
más se comportan valientemente...
femenilmente;
aman que les enseñes y les ensueñes,
pero que nunca cariño fingieses,
y si les prohibieren igual lo rehichieren,
mejor es que las defensas refuerces,
porque es sin remedie.
Ensordece ante estupideces,
que silencies las enemistades que dicen “no vales”,
tenedles por crueles e infieles,
sugiéreles que se alejen,
o se sujeten,
más que nunca la torcieren,
ni tejieren males..
Los que vuelven,
a los que recuerdos trajesen,
los rebeldes,
a los que vulneres y trasgredes pero nunca superes aunque volvieseis y lo intentes.
Te dejaré mediocre,
púdrete en tu infierno,
Ensartado en un trinchete diabólico.
Me gusta la gente que mira y habla de frente;
que cuando sienten envidia...
callen.
SERGINAZ DUGAND HENAO
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