—Yo quiero, búscame… —frases constantes de Axel.
Conformaban una alegre familia en aquella ciudad construida gracias al desarrollo tecnológico logrado y que giraba en la misma órbita del ya inexistente planeta.
—Papá, quiero subir yo y alcanzar con mis propias manos una fruta…
El hombre, para complacerlo, comenzó rápidamente a teclear en la computadora para lograr lo pedido por su hijo, pero el niño detuvo el programa insertado en la máquina.
—Quiero una fruta de verdad papá; un árbol de verdad.
Omar Martínez González -Cuba-
Publicado en suplemento de Realidades y Ficciones 69
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