Y pasarán los días
y nos pondremos viejos;
tú allá, en la distancia,
me sentirás muy lejos.
Cada noche que llegue
yo estaré en mi ventana
esperando que la luna
me traiga tu reflejo.
Ya el brillo de mis ojos
se irá despacio apagando
y las arrugas de mi cuerpo
me dirán que ya estoy viejo,
pero seguiré en la ventana
cada noche a la luna esperando.
Y llegará ese momento
en que mis ojos se cierren,
y sólo a tí te queden
nuestros gratos recuerdos;
yo no estaré contigo
porque me habré marchado.
Tú saldrás a la ventana
a contemplar la luna
y mirar mi reflejo...
Y así pasará el tiempo
e irás envejeciendo
siempre con mi recuerdo.
Lorenzo Martin -Nueva York-
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