por Nechi Dorado (Argentina)
Preguntas repetidas cuando la poesía se viste de luto
Hace un tiempo atrás cuando supe de la partida de un compañero y compatriota, poeta argentino, y como siempre me sucede en esos casos, tales alejamientos hacen que me formule preguntas que hasta el momento no pude responderme.
¿Será que me espanta eso que algunos mencionan como despedida final, otros como adiós definitivo y todos, al fin, llamamos muerte?
Me preguntaba entonces:
“…hay poetas y poetas. Unos escriben muy lindo. Son los que tienen música y tienen gracia.
Pero hay otros que escriben muy fuerte y se convierten en imprescindibles.
Es por los últimos que a veces me pregunto:
¿Está bien decir murió un escritor (narrador, poeta) cuando su corazón se detiene para siempre?
Creo que no.”
Esta mañana sentí el mismo interrogante y fue cuando América Comparini, hermana chilena en la poesía y los sueños, me dio la triste noticia de que esta vez quien se alejó fue Ian Welden.
Ian es –me niego a mencionarlo en pretérito- poeta, escritor, músico, cantante, artista gráfico además de humanista. Es uno de los tantos chilenos que debió enterrar sus raíces bien debajo de la tierra que lo viera nacer, trasladando su tronco hacia otras latitudes cuando el odio tomara forma, cuerpo e idea en su Chile natal.
Fue Dinamarca la tierra que lo recibió y allí fijó su residencia para seguir hablando de las cosas lindas que suceden pese a tanto odio enraizado y de las otras, las que no hay que callar porque estallan en las venas.
Siento mucha pena, mucho dolor, mucha bronca, cuando toca hablar de estos alejamientos forzados, pero hay que hacerlo. Mucho más cuando quien se aleja, como lo hizo ayer Ian, deja el recuerdo imborrable por ser de aquellos que: “…tal vez salgan a formar escaleritas con esos libros que de tan altos que los ponen, no pueden alcanzar los que andan muy por abajo”.
Ian Welden: no te digo adiós porque no te fuiste, te saludo con un ¡Hasta Siempre hermano! Seguiré rondando tus letras, recordando tus consejos: “manda tus trabajos a esta página, o a esta otra” ese empuje que no siempre nos dan porque ya sabemos que también existen quienes se creen dueños de las artes y no conocen la grandeza de la solidaridad y mucho menos la de abrir caminos.
Porque a nosotros, Ian, lo charlamos muchas veces, en este mundo donde todo se compra porque alguien puso precios hasta al arte, no son muchos los que nos van empujando suavemente.
Ian Welden se fue, me dijeron. Yo prefiero seguir sosteniendo que hay personas que nunca se van del todo, apenas se alejan un poco.
Comparto uno de sus poemas a través del que sentí un aroma a despedida y a tristeza mucho antes de saber que se nos iba…
De pie, aquí al borde de la línea
De pie, aquí al borde de la línea
sabiendo que mañana ya no existe.
Sacos de puertas hechas triza sobre mis espaldas
y cenizas cuando finalmente entregue
todo lo que he pedido prestado.
Caminando hacia la tierra de nadie,
buscando algún sueño en mis bolsillos,
tanteando ciego el muro del atardecer
y calculando mis pérdidas en las estrellas.
Debo trepar a algún lugar donde ya estuve,
por ahí en mi alma siento la nostalgia,
voces amistosas que seguramente existieron
y vidas que tienen sentido al amanecer.
Nubes en mis manos
lluvias en mis pies
el mundo insiste en girar sin mí.
Y si el sol se atreviera a asomarse
tan sólo expondría mis pecados a la luz.
¿Dónde está mi canción?
¿Cuáles fueron los equivocados pasos
que me condujeron a este abismo?
Detenido aquí al borde de la línea final
sembrando piedras con mis dientes,
durmiendo en carcasas de viejos barcos abandonados
y mendigando besos entre las multitudes.
Publicado en la revista Arena y Cal 202
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Hace 10 horas
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