Yo que creí ciegamente,
yo que te amé con locura,
tú, que conmigo jugabas,
yo, que te amé ciertamente.
Yo que creí que mis días,
eran días de azul cielo,
y tú, que nada sentías,
te burlabas de mi anhelo.
Yo que amé el amanecer,
de tus placenteras noches,
me quedé sin tu querer,
me quedé con tus reproches.
Yo, pensaba que en la aurora,
de aquellos perfectos días,
nuestro amor, se extendería,
eso, eso creí… mujer mía.
Yo que creí en el ocaso,
de este sueño al lado tuyo ,
pobre tipo… pobre iluso,
haz enlodado mi orgullo.
Sé que te ame como pude,
y esto no fue, aurora, ni ocaso
pero tampoco un fracaso,
porque adoré, como nadie.
DARWIN I. FLORES VARELA
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