Un buen Psiquiatra me prohíbe cantar.
Nada de ritmo en instrumentos.
Ambas prácticas,
hacen cortocircuito a mi espíritu.
Ahora entrego al olvido,
en un clavo colgada mi guitarra.
Y festejan mi actividad sin ruido,
que les evita molestia.
– No te conviene el agite, Omílcar. No toques,
no cantes, no bailes , ¡no te aceleres! – aconseja,
el eminentísimo maestro, de la mente
Nada te pertenece.
Y no admires a VAN GOGH, igualado, insolente.
Se reconoce: Bueno o malo, por el sentimiento
de gozo o tristeza. Estoy destinado a lo malo.
Mas las historias cambian, cada vez que las cuentan.
Dirán que fui romántico, y me suicidé.
OMILCAR CRUZ RESTREPO
Del libro: En las cartas que leía La Bruja
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