miércoles, 28 de abril de 2021

ENCIENDO EL ORDENADOR CON MI DEDO GORDO DEL PIE


Tengo mucho afecto al ordenador y, cuando tengo todo listo, le enciendo con el dedo gordo de mi pie derecho.

Mi esposa me ha pillado y, al instante, de su lengua viperina han salido sapos y culebras contra mí, de furor arrebatadas.

-Mira que eres vago. Más vago que la chaqueta de un político o un funcionario.

Yo he sido funcionario, esposa mía, le replico.

-Así te ha ido, vago más que vago.

Yo no he querido Rebuznar, ni tampoco prorrumpir en mil dicterios. Tan sólo me he acordado de ese mi atrevimiento cuando fui a copular con una trabajadora del Sexo, en Lacalle Orense de Madrid, a quien tuve mucho afecto desde el momento que la vi.

Me acuerdo que la di cincuenta dineros de las antiguas pesetas por hurgarle la vagina y jugar con su clítoris con mi dedo gordo del pie derecho, mientras ella, con sus dos manos, me arreglaba el miembro hasta llegar al Orgasmo.

-Guarda tu furor, me suplicó ella.

Yo no pude y, como un tonto forrado de Pasión, o tonto del Culo, le metí todo el pie por la Vagina, eyaculando como lo hacían los Faunos de las fábulas antiguas de los griegos, sus dioses, semidioses y toda la turba de la mitología macho y de sus cuentos.

Ella, la trabajadora del Sexo, me transportó, y yo desenterré mi pie tirándole de los cabellos; embaucándola con cuatro besos en sus grandes y pequeños labios, que ella dijo ser “besos de un majadero”.

Encender el Ordenador con el dedo gordo del pie derecho será pueril, pero yo lo hago con mucho aprecio.

-Daniel de Culla


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