Una hermosa muchacha candorosa,
los clientes atendía por un colmado,
cuando le entra este jeta redomado,
atraído por la moza... esplendorosa.
Observando los muslos de la diosa,
un kilo de sal gorda, aquel taimado,
demanda a la manceba, por recado
que trepa en escalera,hacia la cosa.
Espléndidos los muslos por la borda,
mostraban el primor, en carne cruda,
elevando hasta cielo, el sursuncorda.
¡Joven...! ¡Me la pone usted, menuda!
¡No señor! Se la estoy poniendo gorda.
¡Que menuda me pone... esta boluda!
José Salas Salas -Barcelona-
Compartido por Juan Pan García
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