(Romance)
Tus ojazos fulgurantes
son de un azul encendido
que lo envidia el lapislázuli;
cuando en su espejo me miro
siento que más me enamoro,
y soy la piedra en tu río
que entre tus ondas se mueve
hasta perder los estribos.
Le hacen marco a tu sonrisa,
que con brillo diamantino
va poniéndole cadenas
a mi corazón cautivo,
donde nace el sentimiento
depurado de egoísmo
que le ruega a tu perfume
que me sea receptivo
para vivir día a día
en un eterno domingo,
y así mis versos se inspiren
en nuestros encuentros vividos;
¡Sean tus ojos, sonrisas,
por los siglos de los siglos!
Patricio Gonzaga
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