Oye mi dama elegante, rompes
el viento con tu nata locura,
desarmas la sombra de la rutina
con tu frescura, encantas la mirada
del ausente con paso fuerte, vas
dejando huella donde el tiempo
concluye besando, atrapas con
picardía la bruma sería del peregrino
quieto, arrollas la calma con la ciencia
del capricho permanente, tiras el beso
sabiendo que seré perseguidor
de tus labios ardientes.
Oye mi dama inquieta, eres alma
que sin razón bailas con música
de silencio, corres deprisa ante
la mirada del que no te entiende,
abrazas sin razón porque amas
ser lluvia donde brota frío, con
coraje de mujer arropas la niña
traviesa que llevas dentro, vestida
de glamour conquistas el elogio
y con carácter e inteligencia
me enamoras sin saberlo, estampas
tu marca indeleble en la mirada
que no miente, no sé si reír ante
tu suspicacia, suspirar por el romance
latente, o desearte porque
hueles huerto floreciente.
Oye mi dama rebelde, llevas
la insolencia sensual en tu piel
tersa, atraes con tu perfume
de mil deseos mis pensamientos,
tu aroma embriaga mi inocencia
y coquetea con la fiereza de mi
fantasía extrema, sabes que soy
cautivo al mover de tu silueta al ritmo
de mis versos, disfrutas sentirme
cálido y húmedo listo para ser fuego
apagando tu incendio, flama quemándose
en sus propias ganas, labios incansables
implorando estar frente a frente, exacto
momento donde renaces con la destreza
que escondes entre tus dientes.
Oye mi dama elegante, presume
la gallardía de tu valentía, azota
mi ojos con imponente escote
de peligro, provoca con transparente
ropa de imaginación mis sueños,
inquieta con palabras tiernas la fuerza
de mis gritos y con firmeza despierta
arrancaré el maquillaje, borraré
el rubor con mis manos y dejaré
el glamour del placer pegado en tus labios.
Luis Emilio Tigüilá Robles -Guatemala-
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