Que amarga pesadilla: entré a una casa en donde me encontré a decenas de imágenes fantasmales idénticas a mí. Ellas se burlaban remedando todos mis movimientos, sentí miedo de mí mismo, de estarme desdoblando en esa infinitud de veces. Grité como desesperado, corrí empanicado buscando la salida, tropecé y caí la misma infinidad de veces que mis visiones, y una mano, o el reflejo de la misma, me jaló, sacándome de ese infierno que me estaba letalmente atormentando.
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
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