FRAGMENTOS
Se romperá en mil pedazos
el cristal que me separa
de ese cielo tan azul.
Se romperá en mil pedazos
el cristal que me separa
de ese mar embravecido.
Se romperá en mil pedazos
el cristal que me separa
de ese viento que acaricia
cuando nadie ya lo hace.
Se romperá en mil pedazos,
el espejo que me devuelve
mi imagen descompuesta
en fragmentos repetidos
de mi Yo...
Trataré de unir pedazos
y con ellos descubrir
que la vida y mi Yo,
van unidos de la mano.
Agarrando con gran fuerza,
fragmentos de total felicidad.
Para reconstruirnos los dos,
aunque sea con fragmentos.
¡Esa vida y mi Yo!
EL JARDÍN DERRUIDO
Ya ha pasado.
¡Todo aquello ya pasó!
Los vestidos de verano,
los calcetines, las trenzas.
Las flores de primavera,
las ilusiones por estrenar.
Ya ha pasado.
¡Todo aquello ya pasó!
Todo lo que amamos,
los besos primeros
y los recuerdos guardados.
¡Ya casi no queda nada!
Ni huellas en la orilla
que las olas se llevaron
en cruel ir y venir.
¡Nunca miraron atrás!
Todo ha pasado.
¡Todo aquello ya pasó!
Los días de lluvia
con paraguas compartidos,
reflejándose en el suelo.
Los hijos que se fueron.
Sus hijos llegaron.
A veces nos besaron,
a veces compartimos
y la vida siguió su curso.
¡Todo ha pasado!.
¡Nada ya volverá!
La casa fue derribada,
las hiedras se secaron,
ni las raíces están.
La puerta ya no chirría
como cuando alguien entraba.
Pero queremos volver,
lo intentamos fieramente
y tan solo recogemos
dos lágrimas resbalando
por algo que es imposible
y que no podrá regresar.
Sin embargo y pese a todo.
Hoy al pasar por allí,
vi, una hiedra trepando
por una desconchada pared
derruida, fea en ruinas
¡Yo también soy una ruina!
Y algo hermoso crece en mí.
La hiedra es la esperanza
de algo que un día fue.
Mi recuerdo es hermoso
creciendo junto a la hiedra
que un viento hace temblar.
Mas ella sigue creciendo
con la fuerza de lo que fue.
VIEJOS AL SOL
Encontrar el latido de la vida
en un banco de un parque
Dónde un grupo de viejos
toma ese sol del invierno
que agradecen los huesos
cansados y envejecidos
de toda una vida vivida.
Ahí ríen reconfortados
con esas ironías que crean
solo comprendidas por ellos.
Resueltas en carcajadas
que en casa no les soportan.
Ahora ya solo reciben,
esa natural caricia
que el sol da a los viejos
que se refugías aquí.
Para cabecear un poco,
reír con los amigos,
discutir sobre algo
¡Para sentirse vivos
y parte de este mundo!
O simplemente,
soñar con otros tiempos
que ya no volverán,
ni con este sol de enero
que los adormece y calienta.
Mientras, las nubes huyen
de su vida sobre ese banco
con sus amigos de siempre
en un rincón de este parque,
o de cualquier parque.
Buscando el latido de la vida
que poco a poco se duerme.
MARÍA LUISA HERAS -Barcelona-
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