Quiero expresarte
en esta carta de amor,
algo de lo mucho
que siento por ti.
No sé con exactitud
por qué te quiero;
pienso que un día
se me ocurrió quererte
o tal vez se te ocurrió a ti
y yo me fui dejando
envolver por tu seducción
de príncipe renacentista,
de corsario sin tiempo,
de hombre valiente
ante la adversidad,
de tu constancia
a pesar de las lágrimas
que mucho te oscurecieron.
Pese a todo brillas para mí
y como todo el que tiene luz,
la llevas por dentro
sin artificio, ni parafernalia.
Llevas tu energía en tu día
y en tu silencio.
Por eso es que te quiero
pues tú no encandilas
cegando con tu luz;
me iluminas suavemente,
me enciendes con sutileza
y haces que te admire
aún desde lejos.
Eres un titán de la vida,
aunque crees
que tu sueño fracasó
y que ya no te queda
más tiempo.
Te acercaste dándome calor
y me diste un poquito de tu luz
para que en mi camino
no tenga miedo.
Me das abrigo
con tu comprensión
y te haces tan entrañable
que siento que se aprisiona
muy fuerte mi corazón
cuando no te acercas
y tienes tus espacios.
Creo que por algunas
de todas estas cosas
es que te quiero
y ya no sabría no quererte.
Despacio hace tiempo
te adentraste en mi latido,
cuando todavía batía por el pasado
y tu sutil mirada me dio ternura,
haciéndome olvidar
de todo aquello
que me hacía daño.
Hoy sé por qué te quiero
y sé por qué me quisiste querer;
al menos con tu sonrisa
y tu atardecer lleno de nostalgias.
Te viniste hasta mi orilla
a compartir tu latido
y juntos aprendimos
a darle un sonido diferente,
un galope nuevo,
mirando hacia el horizonte,
lejos de aquello
que alguna vez nos sepultó
en el fango del desamor...
Diosma Patricia Davis -Argentina-
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