Soy la radiografía de un suspiro
que con un íntimo acento
acota los tiempos pequeños
en los hábitos de su liturgia.
La declinación de mis grises
es un broche a mi medida.
Me libera de lo asimétrico.
Me defiende de mi yo infiel
cuando nuestros desnudos
se oponen el uno al otro.
No. No nos valen los besos tibios.
Ardemos. Ardemos o nos pudrimos.
MARÍA DE PAZ
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