lunes, 5 de marzo de 2018

PROFÉTICA


Profética,
sonriente.
Mi sombra se volvió tu espiral en un abrir y cerrar de ojos.
Ver al otro lado de ti,
no lo esperaba.
Aún así,
tu ente,
el tácitamente de los hermosos,
provocó que me tocara impunemente.
Profética,
sonriente.
Se acomodó un bello silencio sobre nosotros.
Tanto,
que tu luna humedeció tan cercana de lo que se ama,
de lo que ocasionalmente desespera.

Y ante tal gozo,
nos devoramos el uno al otro,
hasta quedar ambos en estado latente.

Luis Rodríguez Cruz

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