viernes, 21 de julio de 2017

UN GRAN TIPO


Llevaba cerca de año y medio elaborando la fórmula, cada descanso se retiraba a la salita que el instituto le había acondicionado sólo para él. Era el más respetado en su campo, el más laureado. Lo que nadie sabía, ni siquiera su esposa que le acompañaba desde hacía más de cuarenta años; era el odio que tenía hacia la humanidad.
Nadie que le conociera pensaría que este amable anciano abrigaba el deseo de acabar con la raza humana desde sus tiempos de brillante universitario, su conocimiento se lo permitía; además de ser doctorado en física teórica, era químico, botánico y muy hábil con el origami.
Luego de meditarlo mucho, encontró lo que necesitaba. Era una genialidad, diabólica sí, pero
genialidad al fin y al cabo. Una y otra vez repasaba la ecuación que le permitiría alcanzar su más grande anhelo, le faltaba muy poco; apenas una secuencia que parecía eludirle, jugar a las escondidas con su ingenio.
Sería algo de consecuencias nunca vistas, si no hubiese sido ateo podría haberle llamado el apocalipsis. Pero esa maldita secuencia parecía a veces tan cerca, para luego darse cuenta que todo el recorrido era inútil.
Saboreaba su té mientras realizaba complicados cálculos, de repente lo entendió con total claridad. Ahí frente a sus ojos estaba la respuesta, la sentencia de muerte a la raza humana estaba firmada. Tomó la libreta de apuntes para consignar la parte final de la fórmula de destrucción cuando la puerta se abrió y su esposa seguida de todo el equipo del laboratorio entro portando un pastel y cantando feliz cumpleaños a voz en cuello.
Agradeció y todos compartieron el pastel. Cuando el alboroto pasó se dio cuenta con amargura que había olvidado la parte final de la fórmula, malditos noventa años.

Ariel Carlos Delgado (Colombia)
Publicado en la revista digital Minatura 155

No hay comentarios:

Publicar un comentario