sábado, 8 de julio de 2017

NECIA TRISTEZA QUE ME HIERE


¡Ay! silencio de madrugada.
Qué pesadez de nostalgia vistes.
Suena, suena tu quietud.
La tristeza del alma aprieta.
La languidez del ruido acongoja.
El lóbrego sabor de lo inerte, inquieta.
Hasta la lluvia cae callada.
No quiere parecer molesta.
Gotea el cielo llorando.
Su necesidad de risa, le abruma.
Las estrellas tristes se esconden.
No les agrada la parsimonia del todo.
Las plantas están dormidas.
Sedientas de luna, callan.
Sus verdes hojas padecen.
Agónica quietud las convoca.
Su olor a flores se esfuma.
Les falta mecerse al viento,
que se olvidó de arrullarlas.
Cómo huele de fuerte,
la oscura flor de la tristeza.
Cómo hiere de ingrata.
esa modorra quietud que lastima.
Hay un sopor pesado y molesto
que se cuela en el ambiente.
¡Ay! corazón entumido.
¡Ay! necia tristeza que me hieres.
¡Ay! qué pesadumbre ingrata,
me roba implacable, el sueño.
Hay mucha quietud afuera.
La nada, adentro, la casa inunda.
Las ganas de vivir se esconden,
en algún secreto rincón desconocido.
No se dejan mirar; pero me gritan al oído.
Que el amor se ha ido del mundo.
Que, alevoso y cruel, lo mató el egoísmo.
Que nada vale amar con entrega.
Que nadie aprecia que lo quieran.
Que inútil es darse a los hijos.
Que amor sin interés, nadie espera.
Porque...
Todos, sólo al amor para sí, convocan.
Penumbra de flores muertas
recorre la cavidad oscura de la paz inerte.
Silencio de mariposa cansada
se esparce entre los quietos muros.
Febril aburrimiento habita mi alcoba,
vestida con cortinas de inmóviles tules.
Todo asume la quietud y duerme.
Nada altera el oscuro y horrible silencio.
Salitre de algas muertas quiebra al ruido
y esconde el alegre tintinear de lo vivo.
La pereza expande su crin de modorra.
Ni los pájaros regalan sus trinos.
Hay luto de tedio en el oscuro universo.
Péndulo de reloj cansado de dar la hora,
mi corazón se declara músculo agotado.
Está abrumado de sufrir tanto silencio.
El sabor de la nostalgia lo atraganta.
La necesidad de amor se le agiganta.
El esplendor de cantar se le ahuyenta.
Calor humano que la ansiedad espanta.
Martirio de quietud que el dolor aguanta.
Fuerte silencio que con la muerte danza.
Necio corazón que la tristeza amamanta.
Parsimonioso viento que la alegría espanta
y el desamor alimenta.
Hace falta la bulla que de vida bulle.
Se me incrusta la tristeza en el alma.
Todo lo veo triste y triste se me queda.
¡Cuánta soledad, ingrata se me pega!
Pero...
La insana soledad, calladita se acurruca.
Silenciosa se me pierde, se me esfuma.
¡Quién sabe a dónde hizo su escondite!
Quizá, para esperar a la esperanza.
Acoger la vida y solidaria convidarla.
Ignorar la parsimonia del silencio.
Engullir del universo sus ruidos y colores.
Aceptar indulgente del mundo sus horrores,
sus errores y desamores.
Tal vez, para no morir de desaliento.
A pesar de esta tristeza que me cansa.
¡Necia y terca tristeza que me hiere!

Aura Violeta Aldana Saraccini -Nicaragua-

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