martes, 4 de julio de 2017

LODOS EN LA CIUDAD


A ciegas,
entre burdeles de los quebrantos
y paisajes de ladrillo y acero,
discurren vidas con tasa cero,
entre ruinas y desencantos,
corazones de cemento y miel,

a ciegas,
sobre puentes de alianzas efímeras,
en las que se rajan miradas y la piel,
e incluso el alma es un despojo cruel
arrojado sobre lodos de escombreras,
en una ciudad que perdió el color,

a ciegas,
imaginando troqueles de parajes
donde el ruido infernal y el sabor
de los alaridos sordos del dolor,
maldicen las calles con ultrajes,
sin que se oiga a un pájaro volar,

a ciegas,
bajo la denigrante sospecha,
del martillo que arrecia al pasar,
a los corderos listos para degollar;
argumentos de dudosa cosecha,
miedo infligido a golpes de memoria,

a ciegas,
sobre calles envueltas en grises,
sin color en los ojos de la escoria,
sin amor en la esencia acusatoria
de una soberbia de agrios anises,
y alcoholes de garrafón barato,

a ciegas,
en esta ciudad de almas muertas,
y sumisos pasos de paisaje ingrato
donde muere el aire y nace el mandato
de las altas cumbres de grandes puertas,
en las que nace ciego el burgo amaestrado.

Angel L. Alonso 

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