Soy la novia de otoño. Me visto de dorado esplendente sólo para esperarte,
ardo en estallido de luces si me tocan tus manos sedosas y anhelantes
Me doy a tu encendido deseo en gotas destiladas de fragantes delicias
y trepo por tu cuerpo como una rosa nueva, abierta y cargada de caricias.
Miles de claveles ardientes deshojo de una vez sobre tus muslos sudorosos
y te bebo en un cuenco de oro sin perder una gota de tu ser y mi gozo.
Lloro lágrimas de femeninas esencias y te mojo con ellas para besarte entero
cada vez que me tienes en tus brazos, cada vez que encendida y amorosa te tengo.
Soy la novia de otoño. Abro mi lila clara para que tu placer se agrande y se desborde
y un pimpollo entreabierto se asoma de mi pubis y te llama para que tú lo tomes.
Cristales de colores son mis dedos y con ellos escribo. Te voy marcando el pecho,
cristales y llamas se derraman cuando la luz brillante de tu espacio ilumina mi lecho.
Lloran lágrimas en los rayos de luna tu calidez y tu desnuda y fértil virilidad
mientras nos enredamos en el abrazo secreto y jubiloso de nuestra intimidad.
Dame a beber el néctar de tu fuente en vasos de cálidos y sentidos reflejos
Y una espada de bronce susurra tu inquietud de varón en todos mis espejos.
Ven a mi soledad esta mañana. Regálame tu piel de luna cristalina y calma
Ven a mi soledad, embriágame con besos posesivos que yo te doy el alma
MARÍA ITZA -ARGENTINA-
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