Me parece increíble que esos diablillos me hayan denunciado a la Policía.
Miren, miren cómo me han dejado la cara. Me tiraron una olla de agua hirviendo.
Estaba preparándoles sopa. Me pidieron que les diera de comer. ¿Cómo pueden creer que estaba calentando el agua para otra cosa? Ya les había dado todo el chocolate que tenía en casa. A mí me gusta comer una onza mientras escucho la radio. Devoraron toda la tableta en un suspiro. Miren, nunca abro la puerta a nadie, pero les escuché llorar. Parecían tan desvalidos. Hansel y Gretel me dijeron que se habían perdido.
Plácido Romero
Publicado en la revista Aldaba 33
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