Te hice con el espacio de mirada de mis ojos vacíos,
de mis ojos delimitados en solo tu grosor. Como una luz debilitada y
sobrepuesta, que alumbra los centímetros de voz que en mí llaman,
una cándida pulgada de tierra acontecida,
te hice así, tallado en la tangente forma. Un punto de mi cuerpo,
parte exterior de mi alma tapizada,
una deforme forma de cuerpo altanero,
de agua friable.
Desgarrada y deshecha,
sin cauce ni arena, sin piedra ni orilla,
si, así delimitada y blancamente, coloreada,
sin textura invisible, transparente como mano pálida dibujada en el
rostro,
como imagen besándose los bordes de un espacio en que escriben tus
palabras sus sentidos,
ahí donde no te miro,
te sé, seguro inscrito.
¿A qué pared lánguida de silente voz quejumbrosa espera ser leída?
¿A qué piedra tácita, bajo la cual te expande como tarde agotada?
¿A qué sol ardiente de ti encendido?
Sí, porque como fuego, tú, espacio mío, ahormas los pensamientos y
me indicas: ¡Mira!, esas son tus ideas malogradas y contenidas en
mí.
Detallada en forma de llama simétrica quemando igual los bordes del
hielo
Yerto mío.
José Regalado Núñez -Rep. Dominicana-
Publicado en la revista Oriflama 30
No hay comentarios:
Publicar un comentario