Vuela, vuela como un cisne rosado y su candor.
Te vi, cuál ave encendida, y tu cuerpo etéreo perfecto, llenó mis pupilas
encendiendo mis fuegos dormidos, tu belleza tocó mis ansias reprimidas.
Vuela, vuela, buscando el fuego del amor.
Acarician etéreas tus manos al aire, encendida, iluminando los silencios
y con tu tenue y sutil cuerpo rosado, amores susurran tu boca al viento.
Y como la varita mágica de un ángel, me besaste el alma.
Vuela y danza pequeño cisne rosado, de figura menuda, de bella mujer
mis manos envidian a aquél adonis que te estrecha y abraza, por doquier.
La música me cautiva, tú, ángel de luz, me enamoras.
El último vuelo, el sonrojo y tus lágrimas, descubren la belleza de tu alma
en el estertor de la muerte, tú hermoso cuello culmina el onírico drama.
Las manos te aplauden, largamente, yo me enamoro de ti.
¡Estás tan cerca y tan lejos! Me miras, sonríes, con tu boca de fruta y perlas
y siento que ahora es el instante de decir las palabras que mi verbo espera.
Y mi garganta grita en silencio lo que mi amor siente.
Cuando te tengo, tu cuerpo fluye entre mis manos, como manantial de vida
y mi sangre, lava ardiente, que me lleva al extremo de una quimera vívida.
Contigo he descubierto las quimeras y los enigmas del amor.
Y como una paloma enamorada te asientas en mi pecho, con tu puro candor
y te conviertes en fuego y llama, en risa y lágrimas, al tibio conjuro del amor.
Ahora duerme y sueña, mi tibia primavera del amor.
Deja que me embriague de mirarte, con el aroma dulce que tu ser despide
y enredarte a besos tu espalda, beberte y aspirarte, mujer, mi amor lo pide.
Manuel F. Romero -Argentina-
No hay comentarios:
Publicar un comentario