Te digo de verdad que cuántas veces
deseó Sahrazad quedarse muda,
detenida en el sueño de tu espejo.
Nacerse recreando a cada instante
la eterna envergadura del prodigio
y recorrer los dos en uno vastos
infinitos de tierra, mar y cielo.
Cuántas veces buscó bajo tus ojos
la interminable historia de tu fuente
para vivirse en ellos y ser brújula en ruta
hacia los mismos sueños.
Cuántas,
cuántas con sed de antorcha viva
Sahrazad quiso acariciarte entero,
que florecieras en sus propias manos,
porque tu cuerpo raso era una estrella
de luz y sueño, de expansión y vuelo,
de eternidad y espacio,
donde seguir soñándote
en la emanada longitud de forma
que crea el sueño en su embriaguez primera.
Del libro SAHRAZAD de
Soledad Cavero Rivas -Madrid-
Publicado en revista Oriflama 23
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