domingo, 4 de mayo de 2014

ACANTILADO


Mas recuerda triste alma
cansada que aún puedes trocar –como
pidió Montale- en himno
la elegía. Sentir un loco urgir
de voces entre perfumes
y vientos: Renacer
en el sol que te inviste –Oh
acantilados abruptos
que roen las mareas, agonía
que jadea en cada ser:
Una urgente floración de cardo
y trébol rojo –árida luz bajo el delirio
de la tierra, que aún te llama.
O el salvaje espliego
entre retamas olorosas a esperma renovada
que te acosa. Tiende
la mano hasta ellas –sumergida
vida, sólo tuya por ahora:
El viaje no termina en estas playas
mientras alguno
a quien amaste aguarde cara al viento –roto
de esperanza,
sobre otro acantilado.

Del libro Razón del mirlo de Miguel Veyrat
Publicado en la revista Rick´s Café 21

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