Primero fue el amor,
que me regalo su magia
con su brillo estelar,
después la encrucijada,
y finalmente el vacío.
La melancolía enmaraña
y engendra armisticios,
inventando un mundo
que amarra la angustia,
envuelta de desmesura.
Atrapado en ese mundo
y recluido en su textura,
no pude levantar el ánimo
ni cambiar mi destino,
tan solo gritar en silencio.
Más allá de la oscuridad,
el tiempo se derrama
por senderos de olvidos,
invitando a la vida
a seguir su mismo camino.
Tanto desorden de ideas
latiendo por el silencio,
abren la puerta a las voces,
que imaginarias vuelan
sobre mis pensamientos.
Los gritos del silencio
danzan al son del viento,
leve perfume de muerte
de esa angustia agresora
por el reino de la sombra.
Así un dolor punzante
sostiene su pulso firme,
hasta dimitir la nostalgia
que repudia al olvido,
y remontar la esperanza.
Ricardo Miñana
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