Valiéndose de la teoría del psicólogo social Stanley Milgram, Ulises Santamaría escribió una carta, testimonio que seguía con vida, a Penélope Encarnación. Luego seleccionó cincuenta personas de la isla de Calipso a las que entregó misivas fotocopiadas para un único destinatario: su mujer. El mensaje solo puede ser entregado a mi mujer o a otro conocido que cumpla con el objetivo encomendado –le remarcó a cada una de las personas–.
A los once años de la partida de su esposo, Penélope Encarnación recibió dos cartas de su marido. Ese día Penélope empezó a tejer.
Josué Barrón Alor -Perú-
Publicado en el Suplemento de Realidades y Ficciones 58
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