Aún siento el rencor
del viento indignado.
¡No encontraba
nubes para empujar!
Se las había comido el cielo
harto de verlas pasear,
sin atender sus requiebros.
El eco, se comió la montaña
y desapareció el eco.
Lo había tragado el silencio
con calladas dentelladas.
Cordilleras desaparecidas
mudas en un aire de labios prietos
y de nadas cosidas a la Nada.
Un ruiseñor se comió el silencio
con el celo de un amante desesperado
y la partitura de un canto
compuesta para ser un dueto.
Y le contestó la alondra,el canario,
el herrerillo y el jilguero,
vestidos de tuna, los murciélagos.
¡Todos los pájaros se unieron!
La montaña volvió a su pedestal
y con ella regresó el eco
la sinfonía llevada por el viento
sonó como por embrujo en el cielo
y éste cambió de opinión,
permitiendo a las nubes nómadas
volver a su caprichoso paseo.
Esta es la leyenda
de un ruiseñor enamorado
que desde la noche invisible
doblegó al mismo cielo.
Miguel Rubio
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Hace 4 días

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