es el hilo que te pierde
sucesivo y sin memoria
tiempo del hilo que no vuelve.
El Laberinto (que es el hilo)
me cierne, ahoga y me consume
y errante, ante muros imprecisos
muerto, mi tiempo se resume.
La espada precisa de Asterión,
mi esperanza platónica en Ariadna,
salvadora y verdugo más no son,
sino el rostro unánime del alba.
Cae la hoja, centelleante e infinita
el tiempo, poderoso, se detiene
el Laberinto, inevitable, se marchita
en la muerte que me salva y que me absuelve.
Mauricio Rodríguez (Francia)
Publicado en Lapizlázuli Periódico
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