Yo nunca me compro ropa, amigos,
pero tengo
una camisa azul.
Sólo me queda bien
la ropa que me obsequian,
y la que elijo…
siempre mal.
Hace mucho que no tengo agallas
para lucir colores que no sean
negro, gris o marrón.
Que nunca me compro ropa, decía,
y sin embargo
tengo una camisa azul.
No sé cómo llegó hasta mí
pero cada vez que la busco
me espera allí.
Abundan los adjetivos
para calificar su color:
Cobalto, marino, petróleo.
Pero el que le toca aún no se inventó.
Yo que ya no soy
objeto de deseo,
cada vez que la uso noto
que ese día las mujeres
miran directo a mis ojos.
La luzco pues y echo de menos
momentos de ego rastrero:
Comprendo entonces que mis hijos
apenas parecen lejos
(pero sólo ocurre que no estilan
andar chateando con viejos)
Entiendo al punto que mis jefes
no saben lo que se pierden.
Y que en el Siglo XXI
“hijo de puta” es un elogio
si lo dicen mis alumnos…
Cuando ustedes me precisen
o me desee con furia
la hembra que yo elijo
o pasen por el medio
de las falsas opciones
aquellos con quienes
comparto camino,
seguramente me tendrán
a vuestro lado ostentando
la prenda con que más brillo.
Del libro Alpargatas de JORGE FALCONE
Publicado en la Editorial Alebrijes
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