Me atraía aquella casa comunal custodiada bajo la leyenda “Todo por la Patria“, por un forastero con gorro negro acharolado y capa verde oliva. Pero fue cuando descubrí que mi madre tuvo un novio guardia civil, que dejé a un lado a mi padre panadero y me hice hijo de cabo. En las ferias de los pueblos vecinos, me presentaba como tal y les contaba cómo él enchironaba a los cuatreros sorprendidos robando ganado y ponía multas y les quitaba las escopetas a los cazadores furtivos. Todos me admiraban. Al entrar en la Universidad, como estaba muy mal visto ser hijo de picoleto, abandoné a mi padre guardia civil y volví al panadero, pero cada vez que profería un insulto en las manifestaciones contra el Cuerpo, era como si insultara a mi padre y se me hacía un nudo en la garganta.
LOLA SANABRIA
Publicado en el blog lolasanabria
Reseña recibida sobre El horror del fin del mundo
Hace 5 horas
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