su temblor,
memoria que le delataba,
que arrojaba nubes
a los sentimientos
de cualquier color,
en un mar configurado
de cuerpos encendidos.
El océano ascendente,
está cansado de afligidos
y de impactos envolventes,
con cánticos crepusculares
en la plenitud del agua gozante,
que el viento esplende
de un amor terminado.
Soberano recuerdo
a una amada
envuelta en una bóveda
donde mueren los abrazos,
que giran asombrados
por las voces calladas.
Incontenible pasado
en una anhelada y
desconocida ola en el regazo
de la orilla.
Juan Manuel Gracia Menocal -España-
Publicado en la revista Oriflama 22
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