Sonia detestó desde bien pequeña la lluvia y se refugiaba siempre que las nubes hacían de las suyas; sí le gustaron el sol y sobre todo los cuentos. Hace unos años se creyó uno. – Confía en nosotros- le repitieron, – no seas tonta, todo el mundo lo hace-. Pero lo blanco se tiñó de negro y lo dulce se convirtió en amargo. Primero fueron amenazas que terminaron por cumplirse. El día en que unos señores de traje negro fueron a por las llaves de su casa, llovía, y mucho. Por eso se lanzó por la ventana con un paragüas. Para no mojarse.
DAVID MORENO
Publicado en el blog microseñalesdehumo
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