Por
Alejandro Salgado Baldovino
Cada día, en cada lugar del mundo, el teatro ha ido perdiendo importancia e interés, en una gran parte porque al público empezó a parecerle falso. El teatro y las famosas máscaras de la tragedia y la comedia, en los últimos años han evolucionado y trascendido en la realidad. El teatro andante que circula por las calles, los montajes y el espectáculo de circo se han vuelto tan normales y comunes, que ya no le creemos al de las tablas.
Los grandes medios de comunicación junto con los medios masivos de consumo han engendrado y facilitado la labor de producción. Ya que como en toda obra, hay productores, que son los que ponen el divino dinero, y en la mayoría de ocasiones son invisibles. Los directores, aquellos más visibles, que se encargan de dirigir la obra y poner su nombre. También no pueden faltar los actores, principales, de reparto e incluso extras, entre otros, son tantos roles.
¿Y el público o el espectador? ¿Quién ve la obra? Hay diversas respuestas a esas preguntas. Lo cierto es que actualmente todas las instituciones del mundo, desde el estado y los políticos, las clínicas y hospitales, colegios y universidades, iglesias y religiones, empresas y distintos sectores, todos siguen un guión y realizan muchas veces un montaje de acuerdo a su conveniencia e intereses particulares. (No quiero referirme a los hechos y noticias específicas, pero en Colombia y en el mundo hay muchos ejemplos ahora mismo, sólo tienen que encender el televisor o leer el periódico).
Tenemos que abrir bien los ojos y ver más allá de lo que nos muestran, porque estamos siendo engañados. Aunque a veces es más cómodo no ver y quedarnos en la caverna.
Con el enorme flujo de información que tenemos hoy en día, nunca la verdad y la mentira parecían tan cercanas. Y también es cierto que no es garantía lo que te digan incluso personas o instituciones con “credibilidad certificada”. Ya que con el avance de la ciencia, se han aumentado los estudios sobre el ser humano y su psicología. Estudios que llevan haciendo desde hace mucho tiempo. Toda esa información ha sido usada como herramienta. Hoy en día, muchas organizaciones tienen un mayor conocimiento sobre usted, que usted mismo. Y esa información o conocimiento les da poder.
Es por esto, que lo que promueven muchos libros de autoayuda y “gurús”, sobre conocerse a uno mismo y amarse a uno mismo, pero de una forma banal, superflua e inútil, no hacen más que continuar y redirigir el proceso de alienación con movimientos que en su mayoría se crean para sacar provecho. Pero nunca había sido tan importante eso que pregonaba Sócrates de “Conocerse a sí mismo”, sobre todo en estos tiempo de pérdida de identidad, en donde se debe mantener a la gente ocupada, estresada, quizás enferma, lejos de los problemas y nutrirlos a través de los medios, con sus propias versiones de los hechos.
Todo esto, no es otra cosa que lo que promulgaba Noam Chomsky, en sus estrategias de manipulación mediática, que hace un tiempo publiqué en mi blog. Hay que recordar esos conceptos y siempre mantener la duda, cosecharla e indagar por nosotros mismos. Tu mente es muy poderosa y capaz, tú tienes discernimiento y libre albedrío, así que úsalo de vez en cuando. Lo peor es confirmarse, aunque a veces es lo más fácil.
Y hay otro grupo un poco más tenebroso, que son los aparentemente conscientes de la situación, pero tan atrapados en su mundo material, “intelectual” o lo que sea, que se preocupan sólo por hablar y opinar. Pero al menor descuido, hacen absolutamente todo lo contrario a lo que predican.
Y eso es normal, no se preocupen. También eso hace parte del estudio del ser humano y su comportamiento. Nosotros somos seres tan interesantes, nuestro comportamiento, nuestra psicología, todo en cierta forma nos hace amantes de la ficción y del teatro contemporáneo. A veces nos puede repugnar, pero siempre buscamos una forma de adaptarnos y sacar algo bueno de las cosas. Y esto también es bueno, porque aligera la marcha y la lucha. Son las ventajas del teatro, que muchas veces le puedes dar vuelta a tu guión y a tu personaje, ¿o son licencias del escritor? ¿Qué escritor?, preguntas y más preguntas, supongo que sería bueno analizarlo.
Hoy más que nunca sabemos que no hay tales cosas como buenos y malos, siempre hay un contexto, perspectiva, versiones, etc. Es extraño cuando te das cuenta de que perteneces a una obra y que es difícil salir, ya sea porque no puedes por las distintas fuerzas que te atan o porque no quieres.
Tómense un día la labor de observar. No sólo en mirar y ver, sino en observar. Y verán lo gracioso que a veces resulta el mundo. Y no me llamen insensible, sé que hay dolor, pero nuestros comportamientos son graciosos. Todos sin excepción lo somos. Muchas veces predecibles, así como el comportamiento de una manada.
Al principio, pensaba que este iba a ser un texto corto, pero veo que ya me he extendido. Y en estos momentos me encuentro en una encrucijada: No tengo idea de cómo acabarlo. No puedo decir más, creo que la siguiente tarea o ejercicio depende del lector. Continuar y divagar la historia en su cabeza, o quizás olvidarla. Estamos tan acostumbrados a los finales, pero la verdad es que muy pocas cosas tienen finales. Incluso en las películas la historia sigue, muchos la terminan en su cabeza a su modo. Bueno, excepto los que te ponen el letrero de “Fin”. Pero aún así, imaginamos algo más. Así que lo único que se me ocurre es… continuará… en ustedes, y en mí, claro.
Publicado en el periódico digital La Urraka Cartagena
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