… Con la globalización también los dioses están de capa caída con el radicalismo de algunas religiones y con el ateísmo de la sociedad en general. Los dioses olímpicos nos vigilan desde una atalaya privilegiada y conocen nuestros secretos más íntimos y nuestros “pecadillos” terrenos, aunque ellos son más liberales que nosotros en sus devaneos amorosos y hacen verdaderas orgías e incestos dionisiacos y felonías varias, pero no les importa porque no hay nadie por encima de ellos que les castigue y se toman la justicia por su mano, pero así se rigen los dioses olímpicos.
En nuestra sociedad el ateísmo cada vez es más normal y el agnosticismo crece a pasos agigantados, porque la Iglesia Católica no se adapta a los tiempos posmodernos y sigue con sus preceptos divinos, muchos impuestos por la jerarquía eclesiástica, sin seguir la doctrina de Jesucristo y así les va, pues cada día tienen menos fieles.
Los humanos en muchas ocasiones nos convertimos en pequeños diosecillos terrenos y nos creemos inmortales y cometemos barbaridades, sin contemplar o pensar en las consecuencias que eso nos puede acarrear, porque somos seres débiles y frágiles y el azar en cualquier momento nos puede jugar una mala pasada y truncarnos la vida…
A lo largo de nuestra vida vamos recorriendo el camino vital con sus trampas, con sus depresiones, con las ilusiones, con las fantasías y quizás con “un ángel de la guarda” que nos protege de cualquier caída, de cualquier peligro, porque quizás al ser personas únicas e irrepetibles en la Tierra, tenemos un “destino” que cumplir ya estipulado de antemano ¿o no? (¡)…
Aunque los dioses hayan llegado a su “ocaso cenital”, nosotros no debemos despreciarles por ser tan pesimistas y dejarnos arrastrar por la crisis social, por no tener un rayo de esperanza, una luz que nos guíe el camino a los humanos y no dejarnos solos y abandonados en mitad del camino, riéndose de los humanos sardónicamente por lo bajini…
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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