Era el día de su boda, tendría que ser perfecto. A partir de ese momento seria feliz para siempre junto a su futuro esposo. Nada podía salir mal, era lo que dictaba el destino para las hermosas princesas.
Entró a la iglesia con su gigantesco vestido blanco y una sincera sonrisa. Entre sus invitados se encontraban hermosas hadas, duendes mágicos, reyes lejanos, ninfas, minotauros, cazadores… todos los reinos habían asistido al día más importante de la joven pareja.
El príncipe parecía nervioso, no era nada usual en él. Parecía no tener confianza y estar a punto de llorar. La princesa le cogió la mano con fuerza y la ceremonia comenzó. No obstante el sacerdote inició la bendición, las puertas se abrieron con fuerza y la bruja oscura se hizo presente. La princesa gritó, pero la bruja parecía cansada, con los ojos y nariz roja… se miraba tan débil que nadie pudo temerle. Se sentó en la última y solitaria banca. El sacerdote continuó, la princesa estaba a un paso de ser eternamente feliz.
–No puedo –dijo el príncipe rompiendo a llorar– yo amo a la bruja oscura y quiero vivir feliz para siempre a su lado.
Todos los presentes se horrorizaron ¿Cómo podía el príncipe decir tal cosa? Simplemente debía de seguir el guión preparado sin dar su opinión. ¡Vaya tonto!
Finalmente una niña con una hermosa capa roja se puso de pie, se acercó al príncipe y le susurró:
– ¿Crees que yo quería que mataran al pobre lobito? Ahora cásate y no nos hagas perder el tiempo.
Mónica Alejandra Mejía Montes (El Salvador)
Finalista del X Certamen Internacional Microcuento Fantástico Minatura 2012
Publicado en la revista digital Minatura 122
No hay comentarios:
Publicar un comentario