Campanillas de aceros
y mazapanes,
las horas son el aire
de los lugares.
Van pasando, pasando
por cada cosa,
sus besos invisibles
todo lo rozan.
Se convierten en días
meses y años,
las horas, ríen, lloran
los cumpleaños.
Ellas crean los ciclos
las temporadas,
ponen fechas que duran
la madrugada.
Nos marcan las edades
y los horarios,
nos meten en casetas
de calendarios.
Cuando menos lo piensas
de vez en cuando,
nunca, jamás y siempre
se van volando.
Juegan con nuestros miedos
a brevedades,
son los ratos perdidos
en soledades.
Las horas crean dudas
de a lo mejor,
será cuando Dios quiera
y a la sazón.
Pero no sabes cuando
si allí o entonces,
te comerán las horas
por los esconces.
Año viejo, año nuevo
siempre puntuales,
las horas, son del alma
intemporales.
Julie Sopetrán
Publicado en el blog eltiempohabitado.wordpress
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