viernes, 13 de julio de 2012

Y LLEGA EL SILENCIO


Se arremolinaron todos en el linde del bosque para ver partir las últimas astronaves. El bosque, había invadido tiempo atrás la vetusta huella humana y ahora todos estaban pisando asfalto entre los árboles. Eso les incomodaba, pero nadie quería perderse aquel espectáculo: la especie humana abandonaba la Tierra, su cuna, su madre y su vertedero.
A lo lejos, docenas de astronaves apuntaban hacía el firmamento. Cada poco tiempo una de ellas se elevaba, ensuciando el cielo con una línea de humo, hasta perderse de vista. Incluso la más tonta de las criaturas sabía que pronto desaparecería la última nave y con ella llegaría el silencio.
‒No van a volver, ¿verdad? –La joven licántropo se acurrucó junto a la vieja hada y esta tan solo la miró con sobriedad. ‒Entonces, ¿qué va a pasar ahora?
‒No lo sé, mi niña… de verdad que no lo sé –mintió la Hada Magali.
El número de artefactos que permanecían en tierra menguaba rítmicamente, pronto fueron capaces de llevar la cuenta. Uno ojáncano no pudo reprimir el dolor y la rabia y la emprendió a golpes contra una dura encina. Fueron necesarios muchos trasgos y la dulzura de Balanos, la dríade de la encina, para calmar la furia del pobre ojáncano.
‒Y los dioses, ¿también se han ido? –Preguntó la niña-lobo temblando de miedo.
La Hada Magali acarició con amor la cabeza de la joven. ‒Los antiguos dioses murieron hace mucho tiempo, cuando los hombres dejaron de creer en ellos. Los nuevos, espero que hayan ido con ellos y que allá se encuentren con otros de su calaña.
La última nave encendió los motores y un escalofrío recorrió el cuerpo de las criaturas que la observaban. Todos tenían un lagrimón pendiente en los ojos, que el rugido de los motores hacía temblar. La Hada Magali no quería verlo; se acercó al unicornio y le enjugó las lágrimas. Nadie debería ver a un unicornio llorar.
El ruido se fue apagando conforme la nave se alejaba en el firmamento...
…y entonces llegó el silencio.

Pere J. Martínez (España)
Publicado en la revista digital Minatura 119

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