Cuando yo era muy pequeña,
iba a las casas a pedir
llamando a las puertas diciendo:
una limosna, por el amor de Dios.
Preguntaban las señoras:
¿Por qué pides? ¿Es que no tienes a nadie?
Y yo les respondía:
Sí, yo tengo a mi mamá y, si no le llevo nada,
encima me va a pegar.
Y entonces me daban un trozo de pan
y me decían: Ve con Dios y que Él te proteja de tanta
mezquindad.
ANTONIA SALVADOR BULLIDO-Chiclana-
Fotografías charla en la biblioteca Cartuja
Hace 1 día
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