martes, 27 de marzo de 2012

TALLER LITERARIO

DUODÉCIMO TRABAJO

LA ESCUELA

Caras,
limpias, brillantes,
buscando a los amigos,
buscando los juguetes
para empezar el día,
disfrutando el ruido
de las voces gritando,
disfrutándose la vida.
Llegan los maestros
para empezar las clases
y baja el ruido,
con el sonido de la música
murmuran los niños,
cesan los juegos
para entrar en la escuela
y comenzar el proceso de aprender.
En muy pocos minutos
salvo la entrada
de niños que llegan tarde, corriendo,
ha empezado el orden y la paz.

ANNE SAMPSON

LA ESCUELA

Voy a contar mis vivencias de la escuela.
Mi madre me llevó a la escuela a los tres años, hasta los diecinueve años.
Mi profesora tenía pocas ganas de que me fuera de la escuela y me hizo un mal.
Por aquellos años fatídicos mi profesora era monja teresiana y no quería que saliera fuera de Andalucía por miedo a que me pasase algo. Ella sabía que valía para estudiar pero tenía que ir a Madrid al colegio de huérfanos de la Marina de Guerra.
Pero mi madre que me tenía metida en una burbuja no le dio a la profesora autoridad para que arreglase los papeles correspondientes. Aunque la profesora tampoco quería.
A mí me aburrían mucho las clases porque en aquella época las mujeres no tenían derecho a nada.
Empezaba el curso, con sumar, restar, multiplicar y dividir, con decimales, quebrados, taquigrafía, mecanografía, dibujo lineal, labores, y pocas cosas más..
Terminaba el curso y el siguiente a repetir, así que yo me aburría muchísimo.

NILA QUINTERO

LA ESCUELA

Hace 72 que no piso una escuela. Pero todavía recuerdo el olor a tiza y madera de los lápices al sacarles punta.
En aquellos años no existía el bolígrafo.
Cuando escribías algo para que no se borrara se hacía con plumas y manguiñero el plumín se estropeaba con frecuencia. Siempre tenías que llevar plumines de reserva para poder cambiarlos.
El plumín se llenaba introduciéndolo en el tintero.
Había tinteros pequeños que los vendían en las librerías.
En la escuela estaban los tinteros metidos en el pupitre. El maestro o maestra los rellenaban según se iban gastando.
Al escribir había que tener mucho cuidado, para no cargar el papel con el plumín o no cargarlo demasiado para no hacer borrones.
En mi niñez ha pasado por distintas escuelas.
Entonces te cambiabas de barrio según tu trabajo. Era muy fácil el encontrar piso (todos eran de alquiler) por lo tanto al cambiar de barrio tenía que cambiar de escuela.
La última escuela fue en un pueblo de Guadalajara que no había, ni luz, ni agua corriente.
Mi madre que era maestra y no había ejercido tuvo que hacerlo al terminar la guerra civil y por las consecuencias de ésta.
No fui mucho tiempo a esa escuela porque mi madre enfermó gravemente y mi hermana mayor tuvo que sustituirla en la escuela y yo me hice cargo de la casa y de mis hermanos.

PILAR SÁNCHEZ BARCIA

LA ESCUELA

La vida es una escuela continua desde que se nace hasta que se muere.
El primer tramo aprender a andar y hablar en tu casa si tienes suerte.
El segundo tramo guardería inicio de comportamiento social. En ella más de una lágrima derramarás.
El tercer tramo la escuela, instituto, universidad y después que sepan un oficio o una carrera. Si tienes trabajo trabajarás.
El cuarto tramo si no has buscado una mujer ahora estás a tiempo y cuando te cases con ella y tengas hijos quiérelos muchos y a tu mujer también. Son los únicos apoyos que en esta vida vas a tener.
El quinto tramo. Los hijos cuando se pongan grandes saldrán volando y triste de ti si no lo hacen.
El sexto tramo te jubilarás, darás más vueltas que el mundo. Procuras distraerte algo.
El séptimo tramo toda tu vida aprendiendo. Esta vida es una escuela.

ANTONIO BASALLOTE

LA ESCUELA

Pablito de la escuela no quiere ni oír hablar.
Su madre todas las mañanas enfadada le dice una y otra vez “Si a la escuela no vas, orejas de burro te saldrán”. Además Pablito el burrito te llamarán y un analfabeto toda tu vida serás.
Pero Pablito ni caso hace a las réplicas de su mamá. Hasta que un día soñó que unas orejas grandísimas le salió.
Todo asustado se despertó creyendo que se había cumplido lo que su madre tantas veces la había advertido.
Todo tembloroso al espejo se miró y un gran suspiro dio, cuando vio, que no era un burro orejón.
Pero del susto que se llevó, aprendió la lección. Desde entonces va todos los días a la escuela sin rechistar. Su madre encantada está, aunque no entiende lo que a su hijo le ha ocurrido para que de la noche a la mañana haya cambiado de opinión y vaya ahora al cole, con tanta devoción.

CARMEN PÉREZ MARTELL

LA ESCUELA

Añorando el pasado,
Evoco mi escuela,
Aquel pupitre gastado
y mi compañera de mesa.
Mi primera maestra,
mis primeras canciones
y mis primeras letras.
Recuerdo aquel patio
todo lleno de piedras,
Sin vallas ni verjas.
Recuerdo canicas,
trompas y muñecas,
Los cromos, las cartas
El pimplado o la teja
El elástico, la comba
El yo-yo, los juegos de mesa
el corro y las prendas.
Recuerdo a mis amigos
Y a mis compañeras,
Las risas, los juegos,
nada de tareas.

VIRTUDES ROLDÁN

LA ESCUELA

Han abierto la puerta.
He escuchado voces menudas
que agitan el aire.
He sentido unos brazos
rodear mi cuerpo.
He oído risas estridentes
y llanto contenido.
He corrido por el patio
huyendo de unas manos pegajosas.
He compartido tartas
Exquisitas y dulzonas.
He mal cantado en Navidad,
y reído en Carnavales.
He estado en la escuela
una vida casi entera.
He cerrado la puerta.

II

Ven conmigo a la escuela
donde los niños aprenden
a ser ciudadanos preparados
para afrontar la vida adulta.

Ven conmigo a la escuela
donde los niños aprenden
a convivir con compañeros
con alegría y en paz.

Ven conmigo a la escuela
donde los aprenden
a respetar a personas,
a animales y al medio ambiente.

Ven conmigo a la escuela
donde los niños desarrollan
su inteligencia, su creatividad,
su imaginación y su fantasía.

JOSÉ LUIS RUBIO

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