Desde los inicios de la literatura latinoamericana siempre se ha presentado
un panorama cargado de dudas y cuestionamientos. Transitando
el siglo XXI, permanecen las controversias en medio del atroz
materialismo que se ha desatado en el mundo.
Nuestro continente no está exento de antagonismos, perfilados éstos
entre unos seres ensoberbecidos de poder, y otros cautivos de la
ignorancia. Obviamente todo antagonismo complica la civilización y
con ello a las artes, entre las que se encuentra la literatura.
En lo que atañe a ésta, nos basta con recorrer su historia de 500 años
para corroborar que sobre la misma cayeron motes tangenciales, catalogándola
de: "europeizante", "imitativa", "vacua" , etcétera, etcétera.
Motes reñidos con la peculiaridad del sentir y el modo de expresión
de nuestros pueblos, inclusive en lenguas nativas precolombinas.
La búsqueda y la deducción de los interrogantes, nos llevan a encontrar
el auténtico "yo" de nuestra identidad regional, nacional y latinoamericana,
como ontología de nuestro ser, y el de las raíces interiores
que la sustentan. Las palabras se dicen en un instante y las raíces
son para siempre.
Esta consideración es valiosa por cuanto hace a la palabra creativa y
humanística de nuestro suelo, carnadura de nuestras más íntimas
esencias.
No hay cabida a las dudas sobre la literatura latinoamericana, si aceptamos
que nuestro territorio es un continente de contrastes, pero al
mismo tiempo, una enorme esperanza aún no consumada. Para ello,
podemos contraponer a los enunciados motes descalificadores, los
de: "paraíso terrenal" y "tierra de promisión" en su grandiosa naturaleza.
Aunque somos conscientes de los antagonismos raigales, al mismo
tiempo necesitamos comprender y promover la unidad en la diversidad.
Con visión nativista, la literatura latinoamericana está lejos de
haber agotado su caudal, el que cronológicamente habrá de mantenerse
sin detener ni claudicar en sus ideales.
En la diversidad -como bien lo intenta la Revista Estrellas Poéticas-,
tenemos la responsabilidad de coordinar el rescate de los elementos
capaces de ratificar un perfil propio a toda la latinidad americana. La
integración nos proveerá de impulsos para hacer la gran Latinoamérica
que tiene y seguirá teniendo un espacio de arquitectura literaria
por su propio peso. Con los grandes paradigmas del pasado, vivamos
el presente mirando animados al futuro.
Obviamente, tenemos que producir la descentralización, y federalizar
la cultura como todo lo demás. Un ejemplo de lo que lo que acabamos
de expresar, podemos hallarlo en la poesía; la de ayer, la de hoy
y la que será mañana, como una antorcha vivificante y señera de la
libertad y el amor.
Como apuntase Octavio Paz, podemos afirmar con él:
"soy consciente de hasta dónde el lenguaje poético puede vulnerar la
mutua complicidad de la superficie de relaciones humanas, y es esa
función liberadora, la cualidad más distintiva y penetrante de nuestra
literatura".
Los latinoamericanos aun tenemos la palabra para hacerla ondear en
el firmamento de las letras con mayúsculas…
MIGUEL ÁNGEL MIGLIARINI y MARÍA ANGÉLICA SALGUERO-Argentina-
Publicado en la revista Estrellas Poéticas 47
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Hace 40 minutos
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